Cuando tenía 33 semanas de gestación sentía que ya no podía ni con mi alma. Cada vez era más difícil llevar una vida normal.
En una ocasión, alguien me vio y diplomáticamente me preguntó que si aún me faltaba mucho para tener a mi bebé. Yo, con mi instinto de mujer embarazada, interpreté la pregunta como, “Tienes el vientre muy grande, ¿te crecerá más?”.
Estaba en un punto en el que la gente no hacía otra pregunta que esa, que cuánto me faltaba para dar a luz. Y no me molestaba. Soy una mujer pequeña -mido 5 pies y dos pulgadas, o 1.57 metros-, así que supongo que tengo menos espacio disponible en mi vientre que una mujer más alta o con mayores dimensiones.
Como les conté en una ocasión, tuve algunos malestares que no tuve antes, como mareos, nauseas, dolores de cabeza, hinchazón de pies, dificultades para acomodarme a la hora de dormir, y así puedo seguir con la lista.
Por eso, cuando leí que había mujeres que se dedican a alquilar sus vientres me impresioné. Ya sabía de ese negocio, pero ahora que estoy encinta veo esa situación con otra perspectiva.
Para empezar, no me imagino pasar por un trance como el que pasé por dinero. Cuando decides ser madre lo haces por amor, y aunque quizá no sabes con qué te vas a enfrentar estás dispuesta a tolerarlo. Supongo que no hay un embarazo perfecto, sin molestias o sin dolor, ¿o sí?
En esa nota que les cuento dos chicas que alquilan sus vientres hablaban de sus experiencias. Una lo había hecho varias veces y lo hacía con “mucho gusto” porque disfrutaba ver la felicidad de las parejas a las que ayudaba. La otra mujer, casada y con hijos, admitió que lo hacía por puro negocio, y que tanto su esposo como su familia estaban de acuerdo.
Entonces pensé si yo haría algo así por dinero. Me imaginé volver a pasar por lo que estoy viviendo por una remuneración. Entonces dije, “No, no valdría la pena”.
Imagínense que el pago ni siquiera es tan atractivo. Dependiendo de la agencia, pagan entre 30 mil y 50 mil dólares -algunas hasta menos-. Tienes que pasar rigurosos exámenes físicos y psicológicos, y además, el dinero te lo dividen en varios pagos; nunca ves todo el monto junto.
Eso, a fin de cuentas, es lo de menos. Yo simple y llanamente no me imagino cargar con un ser en mi vientre por 40 semanas y luego parirlo, entregarlo como mercancía y seguir con mi vida como si nada.
Además, me parece que arriesgas demasiado por muy poco. Nada te garantiza que tendrás un embarazo o parto sin complicaciones. Si voy a sufrir, que sea por un hijo propio, pero creo que jamás lo haría por dinero.
¿Tú qué piensas de este tipo de negocio? ¿Lo harías, conoces a alguien que lo ha hecho? Danos tu opinión.