Cuando en los últimos meses has visto cintas tan memorables como “Inside Out” y “The Good Dinosaur”, sabes que no cualquier otra película animada te va a impresionar, ni siquiera la de un oso polar que baila súper chistoso. Lo siento, “Norm of the North”.
Y no es que el filme en sí sea malo, simplemente no es de esas producciones que quieres ver una y otra vez, como me pasa con “Up”, o con otra menos elaborada pero que es súper simpática, “Hotel Transylvania 2” (ambas en mi exclusiva lista de favoritas).
Para mí, lo más valioso de “Norm of the North”, que se estrena el 15 de enero, es el mensaje que encierra la historia de la cinta: cuidemos el ártico, cuidemos el medio ambiente. De ahí se desprende la trama de este filme, cuya voz principal –la de Norm– es interpretada por el genial Rob Schneider.
Todo comienza cuando la apacible vida de la fauna que habita en el Polo Norte se ve amenazada por la avaricia de un oscuro desarrollador de viviendas “verdes” que busca convertir esa parte del planeta en un destino turístico.
Para ello, se vale de mentiras y trampas para conseguir los permisos que le permitirán construir unas lujosas casas en medio del gélido polo.
Pero el hombre no cuenta con que Norm no está dispuesto a permitir que los humanos invadan su territorio ni su forma de vida, así que, como tiene el donde hablar “humano”, se las ingenia para viajar a Nueva York para desenmascarar al timador y de paso buscar a su abuelo, quien fue capturado por el mismo hombre.
Así que, luego de una intensa batalla y de haberse ganado la simpatía de miles de personas que quedaron encantadas con las dotes de bailarín de Norm, el oso logra desenmascarar al inversionista, rescata al abuelo y vuelve feliz al Polo Norte, donde, por su osadía, es nombrado el nuevo rey de la región.
Para esto, Norm nos da una gran lección: no puedes dejarte vencer por tus miedos. Superarlos será su gran desafío y al final su gran logro.
Suena bien, ¿no? Y por supuesto, la parte más cómica será ver a un oso polar, más gordito que rebosante, mover las caderas con más ritmo y gracia que la misma Jennifer López (bueno, quizá estoy exagerando un poco).
Vale la pena verla, sobre todo si por estos días fríos no se antojan las actividades en exteriores. Una botella de agua y una bolsa grande de palomitas serán las mejores aliadas en una cómoda y calientita sala de cine.
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