Hace unos años que fui a México a visitar a mi familia, mi hermana me regaló varios de los libros infantiles de sus hijos, que entonces ya eran preadolescentes, entre ellos “Los hijos de la bruja”.
Nuna me imaginé que me había traído a casa una hermosa y divertida historia para mis hijos.
Pero antes de saber los antecedentes de este texto, hice lo primero que hago con todos los libros que compro o consigo para mis niños: dejo que sean sus letras y sus ilustraciones las que me atrapen, las que me hablen, las que me digan, “Valgo la pena, llévame. A tus panzones les voy a encantar”.
Y la confirmación de que hice una buena elección es la reacción de mis hijos. Bueno, en ese entonces solo tenía a Víctor. Tenía unos 2 años cuando lo repasamos juntos. Nunca me voy a olvidar de sus ojos enormes escudriñando cada una de las páginas del libro.
Y es que además de que la historia es muy bonita, las ilustraciones de Russell Ayto son maravillosas. Sus personajes son regordetes, de esos que te enamoran a primera vista.
Pero vamos por partes. Resulta que la autora, Ursula Jones, es una inglesa que comenzó a escribir obras de teatro para niños y que luego continuó con libros infantiles.
“Los hijos de la bruja”, cuyo nombre original es “The Witch’s Children”, es parte de una trilogía; los otros son “Los hijos de la bruja y la reina” y “Los hijos de la bruja van a la escuela”. Además de español, han sido traducidos en otros idiomas.
Esta serie ha recibido varios importantes premios, pero el que ahora reseño ganó la Medalla Greenaway por sus ilustraciones. Y en 2013, una edición estadounidense fue incluida en la Biblioteca del Congreso, en Washington, D.C., lo que es un gran honor para cualquier autor.
Russell Ayto, por su parte, ha ilustrado decenas de libros infantiles, entre ellos la trilogía de la que les hablo.
Pero, ¿por qué es tan bonito este libro?
A mí me gustó porque su historia es muy simple pero a la vez llena de humor y acción; habla de tres hermanos que, a juzgar por lo que comentan de ellos las ardillas y las palomas cuando entran al parque, son tremendos. Pero no se trata de niños malos, sino de tres aprendices de bruja que por querer hacer el bien se meten en un gran embrollo.
El “drama” comienza cuando el mayor de ellos convierte a una niña que está en el parque en rana. Lo hace para que pueda rescatar su barquito hundido. Pero, ¿qué pasa cuando esta niña le pide que la vuelva a su estado natural? El niño ya no sabe cómo hacerlo.
Entonces viene la hermana mediana, que por tratar de arreglar el problema que ocasionó el hermano mayor enreda más la situación.
Mientras todo esto pasa, el más pequeño de los hermanos se destornilla de risa. Y cuando le exigen que haga algo, lo único que se le ocurre es echarle tremendo grito a mamá, que lo escucha desde por allá por las nubes, donde vuela feliz en su escoba.
¿Les suena familiar eso de que la amorosa mamá venga desde donde esté para ayudar a sus polluelos?
A mí sí, pero será mejor que ustedes lean el cuento con sus niños para que saquen sus propias conclusiones.
¡Ah!, y no olviden decirle a sus hijos que no todas las brujas de los cuentos son malas.
El libro es de Ediciones Destino, de 2003. En Amazon se puede encontrar por un precio de los 3 hasta los 7 dólares.