Cuando se le menciona a Alejandro Sanz lo celosos que son los mexicanos con su mariachi, y a los poquísimos intérpretes extranjeros que han aceptado que canten este género, el artista responde con un comentario poco más que ingenioso.
“Es que yo no soy extranjero”, dice sin siquiera tratar de esconder su acento madrileño. “Soy de Guanajuato… soy de Tepito”.
Ni de la ciudad colonial mexicana ni del ancestral barrio del Distrito Federal. Sanz vio por primera vez la luz en España hace 44 años. Aunque no exagera cuando dice que casi, casi, es de tierra azteca.
El cantante es todo un ídolo en México, donde en octubre presentó una serie de seis conciertos en el Auditorio Nacional de la capital. En ese país también inició y terminó su gira internacional, La música no se toca.
Así que nadie se ofenda por favor por haber cantado con mariachi una de las noches de concierto en el D.F.
“Fueron solo dos temas, Corazón partío y No me compares”, explicó Sanz. “Creo que si lo haces con respeto y con cariño, como lo hago yo, no hay ningún problema”.
El dilema, dice, es cuando pretendes ser algo que no eres, “como ir a Andalucía y cantar flamenco [sin ser andaluz]”.
Al fin y al cabo, los mencionados temas tienen un ingrediente que nunca falta en las canciones rancheras, el dolor.
“Yo creo que a todos nos gusta eso del sufrimiento; da igual que sean canciones de mariachi, tango, flamenco. Como que nos gusta llorar”, dijo.
Ahora, no ser mexicano no significa que nunca grabará rancheras, pues, aunque reconoce que no se lo ha planteado, “tampoco lo descarto”.
“En eso sí soy bien gallego… Un gallego, si te lo encuentras en la calle, nunca sabe si sube o si baja”, reveló.
Mientras eso sucede, Sanz está todavía de fiesta porque es uno de los artistas más nominados al Latin Grammy por su disco más reciente, La música no se toca. En total recibió cinco postulaciones al galardón que reconoce a lo más destacado de la música hispana y que se entregará el 21 de noviembre en Las Vegas.
Esta placa, la décima en la carrera de Sanz, lo “pilló” en un momento luminoso de su vida, como él mismo lo describe. Luego de una etapa “oscura”, en la que el cantante se vio involucrado en varios escándalos —entre ellos la noticia de un hijo extramarital, producto de una supuesta infidelidad con una de sus empleadas—, el intérprete parece estar viviendo mejores momentos.
Prueba de ello es que, durante su estancia en Ciudad de México, estuvo acompañado de dos de sus tres hijos y de su esposa, Raquel Perera.
“Estoy pasando por un buen momento familiar… mi entorno es bueno, y eso al final se refleja [en el disco]”, admitió.
En los próximos días su vida no será menos ocupada. Si las fechas coinciden, irá a cantar a la Casa Blanca con motivo de los festejos presidenciales del Mes de la Herencia Hispana. El evento, programado para hace unas semanas, se pospuso luego de los atentados terroristas ocurridos para entonces en Washington.
De ahí viajará a Boston, donde la prestigiosa Universidad de Berklee le entregará un Doctorado Honoris Causa.
Esa institución reconocerá la trayectoria y los aportes del español al mundo de la música, a sus “veintitantos” años de carrera.
Como parte de su compromiso con esa universidad, Sanz ofrecerá una clase de maestría. Todo luego de una formal ceremonia en la que ofrecerá un discurso y saludará de mano a todos los alumnos de la escuela.
Después los estudiantes interpretarán algunos de sus temas con instrumentos clásicos.
“Así que ya puede empezar a decirme doctor”, dijo Sanz, no sin un dejo de jocosidad.