¿Te has puesto a pensar cómo le darías de comer a una jirafa, el animal más alto del mundo? ¿Te subirías a una escalera, quizá? ¿Y si no tienes escalera? ¿Te pararías de puntitas lo más que pudieras? No. Creo que eso no sería suficiente. Una jirafa adulta, por más que se inclinara, no podría llegar hasta donde tú estés.
¿Qué tal subirte a un segundo piso y darle alimentos desde una ventana? Mmmmh… creo que no funcionaría. ¿Qué tal si no hay un edificio cerca del animal?
La solución a esta casi imposible misión la tiene el Los Angeles Zoo, que como parte de la celebración de los 50 años del parque, debutó hace unos días con este encuentro entre humanos y jirafas, durante el cual los visitantes pueden alimentar a uno de estos singulares inquilinos del zoológico.
En las dos sesiones disponibles –una a las 11 a.m., y otra a las 2:30 p.m.–, estarán presentes expertos que podrán responder todo tipo de preguntas relacionadas con los hábitos y forma de vida de estos cuadrúpedos, originarios de las sabanas de Kenia y Tanzania, al este de África.
Durante el Giraffe Feedings, como se llama en inglés este encuentro, aprenderás que para darle de comer a un jirafa tienes que permanecer quieto como árbol y extender el brazo con las hojas –que se te proveen en el zoológico– lo más alto posible. El dócil animal se acercará al alimento que jalará con la ayuda de su larguísima lengua negra a prueba de espinas.
Para esta actividad la jirafa que está disponible es Zainabu, a la que los cuidadores se refieren cariñosamente como Boo, un ejemplar de poco más de 5 años de edad que por ser hembra no es tan alta como los machos y que por lo mismo puede agacharse sin tanto problema hasta donde la gente de cualquier altura le ofrezca comida.
Mike Bona, uno de los cuidadores del zoológico que estaba presente el día que la prensa fue invitada a participar en esta actividad, dijo que estos mamíferos, en cautiverio, consumen hasta 80 libras de alimentos diarios, que consisten principalmente en plantas de todo tipo, flores y frutas; pasan entre 18 y 20 horas diarias mascando lo que encuentran a su paso (quién fuera ellas).
Estos animales pueden pasar meses sin tomar agua mientras ingieran alimentos frescos. Y una de las ventajas de tener esas patas tan largas y esos cuellos tan casi hasta el cielo, es que no compiten con ninguna otra especie por la comida, lo que les asegura la supervivencia si es que durante su primer año de vida –el más vulnerable de su existencia– no las atacan los depredadores.
Las girafas masai, como las del zoológico de Los Angeles, pueden llegar a crecer hasta 17 pies –más de cinco metros– y pesar hasta 2,700 libras –unos 1,300 kilos–. Esta clase se diferencia por el patrón irregular de sus manchas y porque tanto machos como hembras tienen entre dos y cinco cuernos cubiertos con piel que salen en la parte alta del cráneo.
Pueden vivir hasta 25 años, y es muy raro que los depredadores vayan tras una jirafa adulta. Sin embargo, solo 25% por ciento de ellas sobreviven al primer año debido a los ataques de leones, chitas, leopardos y hienas.
Para participar en el Giraffe Feedings tienes que ir al habitat de las jirafas y pagar 5 dólares en efectivo durante los horarios señalados. Este precio es adicional al boleto de entrada al zoológico, que cuesta entre $15 y $20 (menores de 2 años gratis).
Esta actividad es parte de ZooLAbration, una serie de actividades que durará un año y que celebra los 50 años de la fundación del Los Angeles Zoo. Más detalles en el sitio oficial del parque, http://www.lazoo.org.
Fotos: Victoria Infante/Max Salas
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