Los que asistieron a LéaLA, la Feria del Libro en Español de Los Angeles este fin de semana, seguramente notaron la gran diferencia entre la primera edición, efectuada en 2011, y la de este año.
Lo más sobresaliente fueron los amplios pasillos entre un stand y otro, lo que evitó los aventones y codazos del año anterior, así como el libre tránsito de las personas en sillas de ruedas o con carriolas de niño.
“Huy, sí, es una gran diferencia”, reconoció una madre de familia que prefirió no dar su nombre, pero que llevó a sus dos hijos al Convention Center de Los Angeles el sábado porque no quiere que los niños olviden su lengua materna.
En el segundo de los tres días que dura la feria (termina este domingo), se vio sobre todo a familias enteras visitando los más de 200 stands de libros, haciendo fila para obtener el autógrafo de algún escritor reconocido y participando en las muchas actividades infantiles que se programaron para esta fiesta. En total había 200 eventos para asistir, entre ellos obras de teatro, presentaciones de libros, actos académicos, conciertos y exhibiciones de arte.
La ampliación de LéaLA de 1,600 metros cuadrados a 9,000, sin embargo –luego de que el año pasado el lugar no fuera suficiente para las 36,000 personas que asistieron–, dio la impresión de que la asistencia en esta ocasión fue moderada. Aunque había una considerable presencia de público, no se dieron aglomeraciones o las interminables filas para obtener la firma de un autor notable. Por ejemplo, quienes quisieron que el autor catalán Carlos Ruiz Zafón les firmara alguna de sus exitosas novelas, no tuvieron que esperar mucho. La línea para acceder al escritor radicado entre Barcelona y Los Ángeles, que presentó en la feria El prisionero del cielo, no pasaba de 20 personas.
Quien sí causó revuelo durante su asistencia fue el alcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa. Más que cualquier celebrado autor, el funcionario fue recibido con bombos y platillos durante una visita oficial, y recorrió la feria seguido de un séquito cual si fuera un jefe de estado.
Curioso, Villaraigosa se asomó a ver qué actividades hacían varios niños en el área infantil. Pero la presión de las cámaras de televisión y de fotos eran demasiado, así apenas le permitieron dar un breve saludo a las madres de familia que se encontraban con sus hijos en esa área.
En esta ocasión la tierra del mariachi y el tequila fue la invitada de honor, Guadalajara, capital del estado mexicano de Jalisco. La feria, organizada por la Universidad de Guadalajara, a su vez patrocinadora de la Feria Internacional de Libro –que el año pasado cumplió 25 años de existencia–, mostró el trabajo de varios de sus más reconocidos próceres. Alejandro Colunga trajo varias de sus icónicas esculturas a una modesta pero bien montada sala de la feria. También se mostraron trabajos de Raúl Anguiano, quien en vida residió durante temporadas en Los Ángeles, y es autor de varios murales en edificios de California.
En esta ocasión fueron más nombres de autores los que llegaron a la fiesta de las letras, desde los que pertenecen a generaciones recientes como Cristina Rivera Garza, Arturo Velasco, el propio Ruiz Zafón y Mario Bellatin, hasta los que merecen mención especial, como Ernesto Cardenal, Javier Sicilia, Sergio Ramírez, Paco Ignacio Taibo II y Enrique Krauze.
El domingo el programa no será menos nutrido. Hay al menos 30 presentaciones de libros, entre los que destacan La frontera del narco, de la periodista Sanjuana Martínez, El Chapo, el señor del gran poder, del editor de la revista mexicanaProceso, y La prueba del ácido, de Élmer Mendoza.
Si la feria de este año rinde los frutos esperados –en otras palabras, si las casi 200 casas editoriales vendieron suficientes libros–, lo más seguro es que Los Angeles tendrá LéaLA para rato.