Solía pasar de largo por la pequeña casita ubicada entre el área de los piratas y el castillo en Legoland. ¿Manzanas fritas? Mmmh, no gracias.
Hasta que en una ocasión le comenté a una maestra de la escuela de mi hijo mayor que habíamos visitado el parque temático de Carlsbad. “¿Y ya probaste las manzanas fritas que venden ahí? Son únicas, deliciosas; no las vas a encontrar en ninguna otra parte”, me dijo.
La recomendación fue más que suficiente, así que teníamos que parar ahí en nuestra próxima visita a Legoland, le dije a Max, mi esposo.
El cumpleaños de Jorge, mi hijo menor, fue nuestro pretexto para volver al parque temático dedicado a los legos. La Granny’s Apple Fries, donde venden el postre, es imposible de esquivar si vas rumbo al parque acuático de Legoland. Al subir una lomita, pasando el área del castillo, está el pequeño local, que se parece a la casita de Hansel y Gretel; es imperdible.
Por alrededor de 5 dólares te van a servir un pequeño manjar de esos que no puedes dejar de comer cada vez que visitas en el parque. Se trata de manzanas cortadas en tiritas, fritas, espolvoreadas con una capa de azúcar y canela, y servidas con una pequeña ración de crema batida de vainilla.
¡Uf!, fue un verdadero placer comerlas; se deshacen en la boca, truenan de lo frescas que están –porque te las preparan al instante– y no empalagan porque tienen la cantidad exacta de azúcar.
Pero eso no es todo; ahora vamos con la segunda parada.
También desde la última vez que fuimos, antes de llegar al parque acuático Chima, vi otro pequeño local donde venden churros mexicanos. No te lo puedes perder porque la construcción tiene un letrero bastante visible que anuncia este dulce típico mexicano (¿o español). Además me encanta que está escrito en castellano.
El caso es que si andas con bastante antojo –por lo menos yo nunca me canso de los postres– esta fritura te va a hacer volar por los cielos de tan rica que sabe. La masa es de las mejores, si no es que la mejor, que he probado en mi vida; quizá más rica que la que me gustaba tanto cuando estaba chica. Mi papá solía comprarnos churros a la salida de la iglesia a la que asistíamos en Guadalajara, México.
El sabor de los churros de Legoland me transportó a mi niñez. Solo que estos traen un elemento matador adicional: una salsa de chocolate líquido exquisita. La mezcla, que es casera, es de chocolate oscuro; es decir, tiene poca o nada de azúcar puesto que el churro trae la dulzura suficiente. Lo remojas, lo muerdes y estás en el cielo. Su precio es también de alrededor de 5 dólares por una orden que incluye tres piezas.
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Pero no vueles muy alto con este postre porque aún te falta la cereza del pastel. Y si creen que comí mucho dulce en un día, sí, así fue, pero porque en esa visita a Legoland tenía toda la intención de probar las tres delicias. Así que luego de pasar un buen rato en el parque acuático, nos fuimos a cerrar el día con broche de oro a City Park Creperie, localizada en Heartlake City.
Si tienes la noción de que ya probaste las mejores crepas del mundo tienes que degustar estas. Mi familia y yo comimos la de nutella con plátano y fresa, espolvoreada con un poco de azúcar glass. Tu paladar estará en éxtasis y el lado dulce de tu corazón también. Son deliciosas. Su precio, dependiendo del sabor que pidas, es de entre 4 y casi 6 dólares.
Mi recomendación es que, si quieres probar todos estos postres, compres uno de cada uno y lo compartas con toda la familia. Dos o tres bocados de cada una de las opciones que recomiendo te dejarán satisfecho y no habrás abusado del dulce.
¿Y la dieta? Esa la puedes continuar al día siguiente.
Para detalles de horarios y precios de entrada al parque haz click en el sitio oficial de Legoland.
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